martes, 22 de septiembre de 2015

R | Hijo dorado, de Pierce Brown

red rising #2

La de hoy es una reseña complicada de escribir por varios motivos: es la primera después de las vacaciones; Amanecer rojo me pareció demasiado genial; Hijo dorado ha sido una muy buena segunda parte; y ese final me dejo bastante con la boca abierta.

No quiero decir mucho de la trama, además tampoco quiero adelantar nada del primer libro. Simplemente diré que Darrow termina el primer libro y ahora puede hacer lo que quiera. En Hijo dorado encontramos un chico un par de años más mayor, con más experiencia, más maduro en muchos aspectos y muchísimo mejor situado que el niño que conocimos en las primeras páginas del primer tomo. En este aspecto podemos decir que Darrow sufre una gran evolución respecto a Amanecer rojo e incluso dentro de la misma novela. De todas formas, no es el único personaje que evoluciona a lo largo de toda la historia. Hay muchos personajes que son fieles a su personalidad pero, son muchos también los que cambian al mismo tiempo que varia la acción.
En este segundo tomo todo se magnifica, todo es más grande, más épico si cabe. La acción ya no ocurre en un solo lugar sino que se extiende por el espacio y varios planetas. El ritmo sigue a la acción sin descanso, los personajes prácticamente no tienen tiempo ni para dormir. La lucha es más grande, ahora se enfrentan a una guerra, una guerra para obtener el poder absoluto. Las luchas son mucho más brutales, muchísimo más crueles. La sangre brota de todos los cuerpos, vivos o muertos.
Darrow sigue luchando por sus ideales, o por los de Eo. Lucha por un futuro. Cada vez son más los que se suman a su causa. Cada vez más conocen su verdadera identidad. Encuentra nuevos aliados, reafirma viejas alianzas y es traicionado en más de una ocasión por aquellos que creía sus amigos. La confianza y la traición son dos temas recurrentes en todos los capítulos.
Y ese final, esa dos últimas páginas no están escritas para corazones débiles. Si te descuidas un segundo te lo arrancan, te lo trocean en mil pedazos para luego tirarlo por un precipicio al mar donde se lo come un tiburón hambriento.


La verdad es que Amanecer rojo me tuvo enganchada a sus páginas de una manera que su segunda parte no ha conseguido. De todas formas, Hijo dorado la supera en muchos aspectos. Todas las bases que construye Pierce Brown en Amanecer rojo salen a flote en el segundo tomo, sin esa pequeña semilla no podíamos llegar a cima donde nos encontramos ahora. De esta cima que caemos en picados para luego remontar en su tercera parte. Espero y deseo.

NOTA: 4,5/5